sábado, 29 de diciembre de 2007

Secretos tostados

Mi abuela me alcanza una tostada con queso crema y dulce de ciruela casero. Me mira y sonríe con esa cara de pícara tan habitual.
—¿Está rica?
—Te salió buenísimo el dulce.
—Pero el pan... ¿viste que rico?
—¿Lo hiciste vos también?
Y ahí se despacha con lo que quería contarme:
—Es pan de pebete. ¿Pero sabés qué hago para que me salgan así las tostadas? Primero lo congelo en el freezer, y así lo puedo cortar en rebanadas como si fuera pan lactal, y no se aplastan, y queda delicioso. ¡Son tostadas tan livianitas! Y es otro gusto, ¿viste? Me encantan.
Y sigue sonriendo todavía un rato más.

1 comentario:

pepa urrea dijo...

Qué lindo, Natalia. Me hizo acordar a mi abuela postiza, Elvi. A mi hermana y a mí nos encantaban los buñuelos de arroz pero nos resistíamos con fiereza a los fideos. Un mediodía Elvi nos hizo un montón de buñuelos, que mi hermana y yo devoramos con fruición. Elvi, parada al lado de la mesa, con las manitos juntas sobre la panza, nos miraba y emitía sonidos que, en el lenguaje cibernético de estos días, podrían plasmarse como "ji ji ji". Más tarde (cuando no quedaba ni un buñuelo) nos confesó que nos acabábamos de comer los fideos de la noche anterior... cortaditos chiquitos, enbuñuelados. Creo que tu abuela y Elvi pusieron la misma cara de pícaras en sendas historias. :)