miércoles, 14 de marzo de 2007

Lo llevo puesto

Empacar para irse a cualquier viaje es una cosa terrible. Así sea un viaje de dos días o de tres meses, uno en general da vueltas, abre y cierra placares, revuelve cajones, y después no sabe cómo acomodar las cosas en el bolso. Siempre parece que te olvidás de algo y hay que andar rumiando por la casa con la mirada perdida, buscando inspiración.
Sólo me fui una semana y fue la primera vez que tenía que hacer una valija para un clima distinto al que estaba. Con treintaypico de grados acá, tenía que elegir ropa para el frío de 4000 metros de altura, que temporada de lluvias, que el viento andino y qué sé yo qué. Ante la duda, me llevé de todo, claro. Y como siempre pasa, no usé ni la mitad de lo que empaqué.
Empacar es una cosa terrible.
Ahora, ¿desempacar? ¡Aaaajjjj!

3 comentarios:

Fabián dijo...

Y probablemente (a mi me pasa siempre) algo que deberia haber llevado brilla por su ausencia. Lo más loco, es que uno se siente (durante el viaje) de alguna manera rehén de lo que hay en el bolso. Digo, me ha pasado de olvidarme por ejemplo un peine, y renegar durante todo el lapso del viaje para acomodar los pelos. Cuando la solución por demás de sencilla hubiera sido comprar uno. Pero no, uno se siente como si se hubiera ido a la luna. Debe arreglarse con lo que hay.
Respecto a desempacar, yo creo que habria que dejar todo allá, antes de volver, de paso hay mas lugar para los recuerdos.

Flor dijo...

Me encantó la foto. Yo también estrené foto en Poiesis. ¡Y me costó un huevo que quedara bien!

cuti dijo...

Pero no fue a la montaña, no? Porque en ese caso empacar es facilísimo.