lunes, 19 de marzo de 2007

Ejercicio

Había estado de viaje unos días en la Vía Láctea, más exactamente en el planeta Tierra. Mi tatarabuela, que habita a dos clones de mi vivienda, había quedado encargada de mantener en orden mi colección de plantas exóticas. Ya sé que existen los regadores automáticos perfectamente programables, pero mis plantas son muy delicadas y prefiero la alimentación manual.
Cuando regresé, ella me recibió con un:
-¿No notás nada raro? -Miré para todos lados, pero los muebles flotantes se encontraban en el sitio habitual y las pantallas de información conectadas y funcionando correctamente, sólo mi equipaje aún estaba siendo procesado en el medio de la habitación.
-¡Mis antenas! -dijo riéndose. Y era cierto, en lugar de tener las cinco antenas brillando rosadas como siempre, lucían de un apagado color azul.
-Fue tu cuasitataratío, él dice que usó las baterías habituales, pero para mí que se equivocó.
Nos reímos un rato, y mientras bebíamos una infusión rejuvenecedora le conté lo que había visto en el viejo planeta y le mostré algunos recuerdos que me había traído. Entre otras cosas, un sombrero. Parece que es un artefacto que se ponían los antiguos terráqueos en la cabeza para abrigarse y protegerse.
Cuando salí un momento y volví, ella estaba con esa cosa puesta, riéndose otra vez.
-Así tendría que recibir a tu cuasitataratío, para que se dé cuenta de lo que me hizo.
La invité a que se lo llevara y lo hiciera, pero me contestó:
-¡Cómo voy a salir con esto, van a pensar que soy una loca anticuada!

1 comentario:

Anca Balaj dijo...

Me encanta lo que escribes, estoy como niña con zapatos nuevos!

Un abrazo.