Pasa el viernes
y el sábado
y pienso:
“Debería regar”
pero ni salgo al balcón.
Para la noche del domingo
se larga a llover.
Pero no entra la lluvia
al balcón,
por cuestiones de arquitectura
y viento,
supongo.
Enseguida lleno la regadera
y me pongo a regar.
Es que imagino que las plantas
escuchan la lluvia ahí nomás
y les da ganas de agua.
2 comentarios:
Me pasa con las plantas que tengo en el quincho (bajo techo). La azalea enorme, por ejemplo, no le da nunca el agua de lluvia. Mi extremo me ha llevado a llenar un balde con agua de lluvia (de la terraza) y echárselo por la mañana. No sé si es mi maginación o qué pero cuando le doy agua de lluvia la siento más feliz.
qué lindo Natalia.
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