En febrero, antes de que me fuera para un congreso de literatura infantil en Santiago mi abuela me dijo al saludarme: "Divertite mientras puedas".
Entonces pensé que era un consejo extraño. Pero luego, el congreso terminó en terremoto, el terremoto en la incertidumbre de cómo volver a casa, la alegría de estar bien, la desesperación de pensar que muchos otros estaban muy mal o ya no estaban, el desconcierto de la tierra firme que deja de serlo, en sentido real y metafórico... y las palabras de mi abuela cobraron sentido: "Divertite mientras puedas".
No necesité mucha más explicación, enseguida entendí que el "mientras puedas" dependía de mí también, de cómo encarar las cosas, de como pasarlo mientras tanto.
Y resulta -encima- que en esta vida "mientras tanto" es "siempre".
Hoy mi abue cumple 96. Y si hay alguien que sabe divertirse es ella.
Para variar, tiene razón.